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sábado, 3 de marzo de 2012

Una a derechas

Mariano Rajoy, presidente del gobierno, anunció ayer que el objetivo del déficit del estado español para este año será del 5,8% del PIB, en lugar del 4,4% pactado por el gobierno anterior con la Unión Europea, aparentemente sin haberlo "consultado" o "discutido" con Bruselas. Si su decisión es férrea, como parece que es, esto significa dos cosas en la práctica: que este año los españoles sufriremos un recorte de 15 mil millones menos de lo esperado (la cantidad no es irrisoria: el recorte que hizo Zapatero en pensiones y sueldos de funcionarios ascendió a esa cifra, y lo realizó en un año y medio) y que Rajoy, para mantenerse firme, va a sufrir muchos quebraderos de cabeza y va a tener que luchar a brazo partido con la UE, que ya ha anunciado a través de su comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que los países vulnerables ante los mercados como es el caso de España deben cumplir con los objetivos de déficit (también los intermedios, no solo los finales).
Por una vez el gobierno deja de ver el país como una macroempresa en la que lo importante es la eficiencia y la competitividad dentro de un mercado mayor. Por una vez Rajoy se demuestra sabedor de gobernar a personas y no a máquinas de fabricar churros, modificando además su postura anterior: el 23 de enero todavía mantenía, ante su propio partido, que el objetivo del déficit era irrenunciable. Este cambio de criterio puede obedecer a su propio raciocinio o a haber escuchado el clamor de las voces discordantes, ya sea la de Cristóbal Montoro, su ministro de Hacienda, la de Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha llevado por bandera este propósito desde que elaboró su programa electoral, o la de sus ciudadanos, que ya tienen bastante con lo que les va a caer con el recorte desde el 8,5% (si es que esta cifra es cierta, habrá que esperar el desglose detallado) hasta el 5,8%. En cualquier caso, es un acto que le aplaudo sin ambages. Le deseo convicción en que está haciendo lo correcto, coraje para embestir con su decisión hacia adelante y mano izquierda para endulzarle el mal trago a Bruselas, y sus consecuencias a nosotros.

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